Monsanto: "hoax", reputación y “Mi villano favorito”




Tecnoempresa, Hugo González

Si por alguna razón no tomaste descanso en este reciente puente constitucional y te dedicaste a leer los periódicos del lunes, probablemente tuviste la mala suerte de encontrarte con mi texto en el cual trataba varios asuntos sobre reputación, ética y hackeo, aunque para ser más preciso debí utilizar el término hoax.
No ofrecí muchos detalles sobre ese hoax mala onda, poco ético y hasta ilegal de parte de algunas organizaciones sociales, que con tal de difundir sus ideas se atreven a diseñar, incluso hasta con nivel universitario y curricular, campañas de desprestigio contra empresas que si bien no son almas de la caridad y su reputación está siempre en el filo de la navaja, al menos hacen su luchita por el campo legal.
Tal vez no te enteraste, pero en agosto pasado se reportó el ataque cibernético a la empresa de tecnología agroindustrial Monsanto, también conocida como “Mi villano favorito”, con el objetivo de perjudicar la reputación de la compañía y dañar su relación con el gobierno.
Hasta aquí todo parece “normal”, pero las investigaciones sobre el caso detectaron que el ataque contra Monsanto fue perpetrado por un grupo activista denominado Sin Maíz no Hay Vida, mismo que no solo atacó el sitio de la empresa, sino que se dio a la tarea de falsificar boletines de prensa que se enviaron a medios nacionales e internacionales y clonó la página corporativa de la multinacional bajo el dominio monsantoglobal.com.
No obstante, en el transcurso de la investigación se halló que este fraude o suplantación de identidad no surgió de la ocurrencia de alguno de los activistas, sino que se trató de una estrategia bien armada en la cual hasta participaron (tal vez de manera indirecta) algunas universidades de Estados Unidos.
Algunas versiones me dicen que los dos boletines de prensa falsos fueron diseñados e implementados como parte del material curricular y componente del taller de un curso de verano impartido por profesores de la universidad gringa; no obstante, desde la versión activista se dice que fue una simple bromita y que no tiene relación con la institución.
Sin importar quién sea el responsable, me parece muy peligroso jugar con este tipo de hoaxes, con poca conciencia ética, pues sus repercusiones y el daño económico o social causado pueden convertirse en un dañino bumerán, porque seguramente se buscará que alguien pague los platos rotos. Amigos activistas, convenzan, no engañen.
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