Confieso que que durante todos estos días sonó en mi cabeza la frase de ni mujer: "no seas enajenado, ya pasó, a otra cosa, la vida no se acaba por un partido de futbol". Y la neta tiene razón pero creo que el duelo que muchos mexicanos estamos viviendo no obedece tanto al fútbol, sino a la percepción de que ya nos estamos acostumbrando al fracaso, al robo, a la tranza, al ya ni modo, ay pa lotra.
Me siento como cuando en 2006 el borracho de Calderón se robó la presidencia y aunque muchos nos negamos a aceptar esa tranza, esa injusticia, ese penalti regalado; muchos se quedaron en el ya ni modo, ya pasó, ponte a trabajar, tu no ganas nada, todo está arreglado, son puras tranzas; lo que nos llevó a una crisis de identidad y valores que después se tradujo en una matazón de miles de mexicanos y una polarización en el ingreso de las familias. Más muertos, más pobres, más ricos.
Creo que como en 2006 es mi obligación no quedarme callado y exorcizar ese demonio de la frustración reconociendo que me dolió mucho ver nuevamente a un grupo de mexicanos que teniendo el éxito en sus manos lo haya perdido y a la mala, porque Holanda no ganó el partido, México lo perdió.
Además, debo reconocer que me di valor al ver los pucheros y el ojito Remi de mi colega y compañero de La Afición, Rufo; quien debió haber sentido más fuerte esa frustración pues él vivió más cerca la emoción y la decepción de cientos de mexicanos al estar cubriendo en Brasil la presencia de paisanos que como nosotros estamos hasta la madre de los fracasos.
Por eso, confieso que se me salieron varias lágrimas cuando acabó el partido, pero más cuando vi llorar a varios enajenados aficionados que, otra vez, tienen que esperar cuatro años para ver si México gana algo.
¡Eeeeeehhhhhhh.... puuuuuutaa madre!
Ennviado desde mi smartphone BlackBerry 10.
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