La aparición de la Internet ha venido modificando la realidad política alrededor del mundo.
Barack Obama ganó la presidencia estadounidense en 2008 gracias al uso inteligente que hizo de las redes sociales para ampliar el número de sus seguidores, estar en contacto permanente con ellos, transmitir mensajes, generar trending topics y obtener financiamiento para su campaña. Hay analistas que aseguran que el triunfo del entonces inexperto senador por Illinois solo se explica por el uso inteligente que él y su equipo hicieron de la red social Twitter.
La caída del dictador egipcio Hosni Mubarak a principios de 2011, durante la llamada Primavera Árabe, se debió en gran medida a los millones de textos e imágenes que se transmitieron por las redes sociales desde los lugares mismos en donde los ciudadanos se manifestaban en su contra y las fuerzas del orden los reprimían. Twitter fue un factor clave para derrocar en cuestión de semanas a quien gobernó con mano de hierro durante 30 años.
En México, el ganador de la elección presidencial de 2012 se definió, en parte, en el ciberespacio. Ganó el candidato que más seguidores verdaderos logró atraer a sus cuentas en Facebook, Twitter y YouTube, el priista Enrique Peña Nieto. Un dato, los videos en YouTube que más fueron vistos de principio a fin fueron precisamente los del exgobernador del Estado de México.
Los casos de Obama y Peña Nieto indican la importancia que tienen la Internet y las redes sociales para lograr que un candidato obtenga la victoria. El caso de Mubarak muestra como un gobierno autoritario como el que él presidió puede desmoronarse gracias a la acción colectiva de miles de ciudadanos interconectados por Twitter.
En pocas palabras, la Internet está modificando la relación entre los ciudadanos y sus gobernantes sin que nadie hasta ahora sea capaz de predecir hasta dónde y como se transformará dicha relación.
Por ejemplo, en el sitio change.org cualquier persona puede iniciar una campaña a favor o en contra de determinada idea, causa, organización o persona y, si ésta es lo suficientemente atractiva, sumar adeptos a su campaña. En su sitio, change.org se presenta como “la plataforma de peticiones más grande del mundo, nuestra misión es empoderar a las personas para que generen el cambio que quieren ver. Somos más de 70 millones de usuarios en 196 países, en los que todos los días personas como usted usan Change.org para transformar sus comunidades en lo local, nacional e internacional”.
Entre las campañas iniciadas en México a través de change.org figuran la exigencia de que Carmen Aristegui regrese a MVS Noticias (222,260 adherentes), la de que se le retire el registro al PVEM (80,628 adherentes) y la de que renuncie Enrique Peña Nieto (85,835 adherentes). Los números obtenidos por cada campaña representan un porcentaje minúsculo del total de los adultos de nuestro país pero conforme change.org tenga más seguidores aumentará su poder para promover cambios cada vez más substanciales.
Change.org y sitios similares en la red de redes están contribuyendo a que la democracia se vuelva más directa, en donde los ciudadanos necesiten cada menos a los llamados “representantes populares”.
Estamos presenciando el nacimiento de la democracia internetiana que liquidará mucho de la democracia decimonónica que cada vez es más disfuncional.
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