En enero de 2014, el gobierno mexicano introdujo el impuesto de 1 peso por litro a las bebidas azucaradas esperando que el consumo se redujera en pro de la salud, pero Nielsen, agencia de investigación de mercados, señala que el consumo de bebidas carbonatadas se redujo en un año sólo 182 litros de los 11 mil millones de litros de refresco al año que se consumen en el país.
Al respecto yo escribí esto en Milenio:
"El estudio "El fracaso: Por qué el impuesto al azúcar no frenará la obesidad", dice que ha bajado el consumo de azúcar, pero no la obesidad. El estudio dado a conocer este año por la Asociación de Contribuyentes Neozelandesa indica que este tipo de gravámenes no sirven. En 11 años de impuestos las mujeres neozelandesas disminuyeron el consumo de azúcar en 11.2 por ciento y los hombres en 6.6 por ciento. Sin embargo, la tasa de obesidad en mujeres de ese país subió 7.2 por ciento y en hombres 10.7 por ciento ¿Entonces?… "
Sin embargo, faltó decirte que Dinamarca aplicó en 2011 un impuesto a las grasas saturadas que provocó un alza en el costo operativo y una reducción en la competitividad de las empresas danesas y que generó una inflación del 4.7 por ciento. Un año después los daneses seguían consumiendo la misma cantidad de productos con grasas, por lo que el gobierno eliminó la medida tributaria.
El estudio, dado a conocer este año por la Asociación de Contribuyentes Neozelandesa (Tax Payer's Union), indica que las causas de la obesidad son multifactoriales y las bebidas carbonatadas contribuyen muy poco con la ingesta calórica diaria y de azúcar, por lo que su combate debe cambiar de rumbo y centrarse en un enfoque que considere dieta y ejercicio.
Luego entonces, no hace falta mas impuestos, sino que nos movamos más pues lo importante no es la cantidad de calorías que consumas, sino las que puedas quemar.
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